La Peña Solera fue creada en 1944, coincidiendo con la vuelta de Josep Samitier al FC Barcelona, esta vez como entrenador, y de forma previa a la consecución del segundo título de Liga del equipo azulgrana. Fue la primera peña fundada después de la guerra, gracias a los auspicios del mismo Samitier y de Jaume Ramón. Incluso podemos decir que podría considerarse una maniobra estratégica de los fundadores de la peña, con “Sami” al frente, para reactivar un mundo que consideraban necesario para animar una afición a la cual le hacía falta un empujón en aquella dura posguerra.
Los años veinte ya habían sido una grata experiencia con la proliferación de peñas que acercaban los ídolos a la afición. En la publicación Barcelofília: inventario de la Barcelona desaparecida, podemos encontrar:
Considerada como una asociación clave en la historia del movimiento peñista vinculado al FC Barcelona, la Peña Solera nació el 1944 en un entorno bastante difícil. Las peñas azulgranas de antes de la guerra habían desaparecido y un pequeño grupo de barcelonistas, entre los que figuraban Josep Samitier, Evarist Murtra y Jaume Ramon, se reunían en el bar Solera de la Rambla, muy cerca de la fuente de Canaletas. Ellos fueron los que decidieron poner en marcha la Peña Solera. Las primeras actividades de la nueva peña se concentraron en la organización de viajes para seguir al equipo en los desplazamientos. Con el paso de los años, se fueron añadiendo conocidos jugadores del club como Mariano Martín, César Rodríguez, Antoni Ramallets o Gustau Biosca, hasta que más tarde se incorporó un hombre que acabaría siendo clave en la historia de la peña. Nos referimos a Nicolau Casaus, que sería el presidente durante varias etapas.
Los locales sociales de la peña fueron cambiando de emplazamiento con el paso de los años: Durante los primeros tiempos, se instaló en la misma sede social del FC Barcelona, en el chalé del pasaje Méndez Vigo. Posteriormente, pasaron a Trafalgar 4, cerca de la plaza Urquinaona; después, en 1954, se trasladaron a Pelai 40, y finalmente, en julio de 1976, en la calle Avenir entre Amigó y Santaló. La Peña Solera fue la promotora y catalizadora otras peñas barcelonistas de toda Cataluña y muchas de ellas adoptaron el nombre de Solera antes del de la localidad donde eran radicadas. En 1952 su nombre oficial pasó a ser Peña Barcelonista Solera. Su actividad se fue intensificando con la organización de numerosos actos sociales y deportivos, por lo cual se acabó convirtiendo en un tipo de poder fáctico dentro el club.
La entrada de Nicolau Casaus
A partir de 1947, Nicolau Casaus se convertiría en el alma de una peña que fue punto de reunión de todo tipo de personajes del mundo azulgrana, así como escenario de insólitas juergas compartidas en total armonía entre jugadores y algunos socios. También fue un recinto ideal y discreto para juegos amorosos entre futbolistas y famosas. En sus orígenes, como la mayoría de las peñas, era una asociación recreativa de la que formaban parte aficionados, socios y futbolistas; a veces, de diferentes clubes. Nicolau Casaus ingresó antes de hacerse socio del FC Barcelona, el 10 de febrero de 1948. A los cuatro meses de ingresar en la peña, y tras haber sido vicepresidente, lo nombraron presidente. A partir de entonces, el nombre de esta peña va ligada completamente a la figura de Nicolau Casaus de la Fuente Jené.
Como presidente de la Peña Solera, se mostró muy crítico con las presidencias de Agustí Montalt y Galobart, y de Enric Martí Carretó. En algunos casos, incluso se significó como un posible poder paralelo que, de alguna manera, las directivas tendrían que acallar. En las elecciones de 1953, Nicolau Casaus, presidente entonces de la Peña Solera, apoyó a Francesc Miró-Sans. Esta era la primera vez que los socios del Barça pudieron escoger su presidente desde que acabó la Guerra Civil, puesto que hasta entonces los presidentes de los clubes de fútbol eran nombrados directamente por el régimen franquista. Entonces, tan solo pudieron votar los hombres, y lo hicieron un total de 17.241. El ganador fue Francesc Miró-Sans por un margen de 301 votos. Fueron unas elecciones donde votaban los carnés y no las personas, por lo tanto un socio podía votar tantas veces como carnés de socio llevaba.
Una figura muy influyente
En 1957, quizás debido a este poder que iba cogiendo con su peña, Casaus fue nombrado presidente de la Comisión Organizadora de los Actos Sociales de la Inauguración del Camp Nou. En relación a estos actos, en Montserrat, Casaus fue uno de los privilegiados que hizo un discurso muy emotivo, como era costumbre en él, pero después no fue invitado en la mesa de autoridades en la comida de gala. Algunos dicen que fue por la preferencia del mismo Casaus para sentarse con “su gente”, pero otras fuentes aseguran que fue debido a sus antecedentes penales; y una tercera versión dice que simplemente se le excluyó por su no pertenencia a la Junta Directiva del FC Barcelona. Por esta u otras cuestiones, Nicolau Casaus dejó la presidencia de la Peña Solera en 1957 para volver al cargo en 1959.
Volviendo atrás hasta 1954, Casaus fue uno de los que trasladó en comitiva la primera piedra del Camp Nou, que era la misma que la del Camp de Les Corts. También se dictó orden de expulsión del país contra él por haber descolgado un retrato de Franco, pero la intervención de Josep Samitier y de Jose Maria de Cossío lo evitaron; eso sí, tuvo que dejar temporalmente la presidencia de la peña. Otra versión de este hecho es que en el rellano de la escala del local de la Peña Solera, de la calle Pelai, había el retrato de Franco que un día Casaus descolgó y dejó en el suelo. Considerando su pasado y su estancia en prisión, no fue una buena idea, puesto que, quizás alertada por los muchos “informadores” que el Régimen tenía infiltrados en todas partes, apareció la policía pidiendo el motivo por el cual el retrato estaba en el suelo. Casaus, con toda tranquilidad, les respondió: “Debe de haberse caído. Una ráfaga de viento. ¿Ven? El cristal está roto”.
Cuesta saber la certeza de todas las anécdotas o historias alrededor de Nicolau Casaus. En todo caso, sean ciertas, exageradas o simplemente leyendas urbanas, son dignas de ser escritas y recordadas.