Eran tiempos difíciles. La dictadura de Primo de Rivera resultó muy dura por las aspiraciones de una Catalunya donde el catalanismo ya había ultrapasado las fronteras lingüísticas y culturales para adentrarse en terrenos más políticos y de autogobierno. Todo este avance se vería truncado con el Golpe de Estado y unas nuevas políticas que prohibían la lengua catalana, la “senyera” y cualquier tipo de manifestación.
El 10 de mayo de 1925, el Barça se proclama campeón del Campeonato de España en Sevilla contra el Arenas de Getxo por 2-0. El recibimiento a los campeones desató la locura popular. Fue una celebración que, en tiempo de dictadura y de recorte manifiesto de libertades contra Catalunya, todo el mundo cogió como una excusa para poder hacer manifestaciones en la calle que de otra forma habrían sido prohibidas. El Barça tomaba el relevo del catalanismo reivindicativo y la bandera azulgrana sustituía a la “senyera”, pero el sentimiento era el mismo y las autoridades se lo miraban expectantes en busca de algún motivo que argumentara una actuación firme sobre el Club.
Las Ramblas, un punto de reunión
La anécdota de aquel día de la final se vivió en las Ramblas, concretamente en la puerta del Diario El Sol, donde se publicaban los resultados de los partidos. En aquella época no había televisión y la muy incipiente radio todavía no informaba de fútbol y, por lo tanto, la única vía para conocer las noticias era esperar en la calle que las redacciones de los diarios fueran informadas y compartieran las novedades. Esto se hacía en Canaletas, junto al punto de encuentro que significaba el quiosco, como ya mandaba la nueva tradición, y hasta allí iban las peñas barcelonistas existentes en la capital catalana.
La rivalidad con el Espanyol, llevada a la política
MMientras una generación de socios, peñas y aficionados curiosos esperaba noticias de la final, los del diario tuvieron la ocurrencia de informar primero sobre el marcador de un partido amistoso disputado por el Espanyol. La reacción en forma de pitada resultó antológica. A continuación, los de El Sol reaccionaron difundiendo el triunfo del Barça entre grandes celebraciones. Algunos de los presentes, de inequívoca ideología ultraderechista, se lo tomaron a la tremenda y optaron para denunciarlo a las autoridades, confundiendo a propósito el abucheo al Espanyol con una supuesta ofensa a España. Para acabarlo de redondear, en justa correspondencia, los denunciantes aseguraban que los gritos de joya por el resultado del Barça eran, simplemente, cantos inequívocos de apoyo al separatismo.
Estas situaciones iban creando un ambiente de conflictos en potencia permanentes que ponían el punto de mira de las autoridades en cada situación, manifestación o actividad que desarrollaba el FC Barcelona. A las tensiones se sumó, por mencionar solo otro ejemplo significativo, el célebre “derbi de la calderilla” de Les Corts, el 23 de noviembre de 1924, donde miembros de la Penya Ardèvol del FC Barcelona tuvieron altercados con miembros de la Peña Ibèrica del RCD Espanyol, lanzando al campo un montón de monedas que hicieron suspender el partido a los 23 minutos de juego. El 15 de enero de 1925, el partido se volvió a jugar desde el comienzo. Se forjaban así los preámbulos del caso más sonado, el que ha pasado a la historia negra del club: la suspensión de toda actividad del Futbol Club Barcelona durante 6 meses.